20091227
20090102
Carteles descoloridos
Cada vez que vuelvo a La Isla tengo la misma sensación, y cada vez vuelvo menos. Es una sensación de nostalgia pero, a la vez, me incomoda y me cabrea.
Últimamente, cuando por alguna razón me bajo en la estación de Bahia Sur, en lugar de la vieja estación junto a mi casa, prefiero cruzar el pueblo (por mucho título de ciudad que le concediera el rey Fernando VII, para mi seguirá siendo mi pueblo). Recorrido que hago con algunas variaciones, pero que suele llevarme del parque a la calle Colón, San Rafael, el Cobreros viejo y mi barrio, Carlos III. Seguramente tarde de esta forma mucho menos que si intento coger el autobús de risa, o de linea, tanto monta... ¿ciudad, y tiene tres lineas? la 1, la 2 y la 3... y siempre van vacios.
Si, es cierto, el pueblo se va modernizando. Lo mismo te montan una estación de tren/tunel de viento encima de un puente, que te cortan la calle principal para montar un tranvía, que pretendia ser la union de los pueblos de la comarca, y se quedará en lo mismo que el trenecito que montan los comerciantes del centro para luchar, de una forma sui generis, contra el demoniaco centro comercial del caño herrera.
Podría hacer el trayecto con los ojos cerrados. Siempre me he movido por le pueblo sin mas medio de locomoción que mis propias patas. Durante bastante tiempo he cruzado a diario desde el barrio de la Bazán, hasta el campo de fútbol del mismo nombre, y ahora, casi una década después, el camino sigue siendo el mismo.
De vez en cuando, sobretodo en fechas navideñas, me encuentro con algún amigo que, o bién también decidió poner tierra de por medio, o bién sigue luchando por sacar la cabeza por encima del fango.
Varios emigramos a Sevilla, alguno hubo que escapó a la capital del reino, y otros siguen mirando al mar, esperando que llegue el momento de dar el salto en busca de la tierra prometida.
Estoy harto de oir que en Cádiz se vive mejor que en ningún sitio. Seguramente los que afirman esto no han vivido en ningún sitio más que en Cádiz. Quizás sea por ese pensamiento, transformado en conformismo, lo que haga que cada vez que vuelvo a la Isla, y cada vez vuelvo menos, vea sobre las mismas fachadas, viejas y desconchadas, los mismos carteles, descoloridos por el sol.
Igual soy yo mismo, pero con mas canas.
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